Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Enrique Plasencia de la Parra, Personajes y escenarios de la rebelión delahuertista, 1923-1924, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas/Miguel Ángel Porrúa, 1998, 309 p.

Ignacio García-Ponce


El trabajo que nos ocupa es la tesis de doctorado del historiador Enrique Plasencia, publicada por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas y la editorial Porrúa en el año de 1998. En ella el autor nos muestra un manejo atento y minucioso del oficio y una pasión por el tema y sus personajes, que si bien no se desborda, sí resulta convincente y contagiosa. El estudio tiene como objeto (o sujeto) la rebelión "delahuertista" pero tratada desde perspectivas novedosas como las características y el impacto de las regiones sobre los hombres y los hechos históricos, el papel del individuo y las instituciones como dicotomía indisoluble y el poder como móvil y paradoja. En ese sentido, el texto se nos va presentando como un juego armonioso y sencillo entre la revisión de los hechos históricos (con todas las herramientas y elementos propios de un historiador versado y riguroso) contrapuestas a su vez con enfoques críticos.

De esta forma tenemos que la referencia inicial es el poder como objeto o motivo central de las ambiciones, las alianzas, las acciones y las tragedias políticas. Un poder que en el México de los años veinte era el único botín de valor para los pretorianos de la Revolución, pues implicaba ser el dueño de todos y de todo, el general de los generales, el caudillo de los caudillos. Un poder que al ser buscado y peleado de manera sanguinaria resultaba ser al final la principal vía de enajenación y tragedia para todos, aun para el ganador. Un poder que además se fue fortaleciendo y delineando en su dimensión y características más acabadas y modernas gracias a esas pugnas que desataba, como lo fue la rebelión delahuertista, la última rebelión de importancia en contra del Estado posrevolucionario.

A partir de este trabajo observamos que el actor institucional preponderante en las pugnas por el poder fue sin duda el ejército de la Revolución, institución forjada en las calderas y el drama del periodo armado y que resultó ser tanto el brazo fuerte y principal sostén político del nuevo y recién formado Estado posrevolucionario así como su amenaza más determinante. El ejército, al ser el factor de cohesión y unidad del Estado y el sujeto político hegemónico en la escena, exigía en cambio sus cuotas crecientes de poder para sus respectivos jefes e integrantes. El obregonismo alimentó, fomentó y satisfizo esas exigencias generando una institución cebada en una corrupción inconmensurable y con un hambre insaciable de poder, pagando muchas veces precios altísimos por esas prebendas.

Pero la institución fue creada y recreada por hombres, hombres de carne y hueso, imperfectos, con pasiones y ambiciones, inteligentes o no, o al menos llenos de experiencia invaluable. Los hombres del ejército, principalmente los jefes, los pretorianos, eran los que forjaban en todos sus niveles y dimensiones a la institución. En este sentido los protagonistas de la rebelión delahuertista como los generales Guadalupe Sánchez, Fortunato Maycotte, Enrique Estrada, Rómulo Figueroa, Manuel García Vigil, entre otros, eran revolucionarios relevantes, jefes indiscutibles de la institución; pero, como miembros y representantes de la misma, tenían en su momento un sólo objetivo: el poder, ya fuera para no perderlo (Sánchez, Estrada o Figueroa) o acrecentarlo (Maycotte o García Vigil); incluso el motivo común de su rebelión, la candidatura de Calles, no implicaba una oposición directamente personal, simplemente era conjurar el peligro de que en su momento Calles debilitara o impidiera toda posibilidad de mantener o aumentar su poder.

Hay que anotar aquí otra virtud del estudio, su referencia a los escenarios regionales (Oriente, Occidente, Sur y Centro y Sureste), ya fuera como fuentes directas o bases principales del poder de los insurrectos (Sánchez en Veracruz, Estrada en Jalisco o Figueroa en Guerrero) y como teatro de las acciones políticas y militares de la rebelión hasta su derrota. Con esta atención regional el lector observa con detenimiento cómo los sucesos toman una coherencia y un desarrollo fidedigno y natural con lo que el trabajo no resulta una referencia abstracta o resuelta en lo general.

Considerando elementos como la ambición del poder, la personalidad de los involucrados y sus condicionamientos regionales, Plasencia nos descubre que la rebelión "delahuertista" acabó derrotada no tanto por el genio militar o político de Obregón (que es innegable) sino por las contradicciones entre los jefes, así como la falta de unidad programática, de coordinación militar y de liderazgo del mismo Adolfo de la Huerta. La rebelión resultó una reacción espontánea de varios políticos y jefes militares aventurados, inspirados solamente por la más concentrada ambición de poder, y que sólo vivieron la coincidencia de confluir en cierto momento y bajo ciertas circunstancias: la rebelión no tenía, pues, más objeto ni cohesión.

Sin duda, el estudio atiende con suma importancia a un personaje: Álvaro Obregón, constructor e impulsor del ejército que lo traicionaría y en el que ni él mismo podía ni debía confiar. Para el caudillo sin embargo (así como para Calles en su momento), el ejército era "un mal necesario", sin el cual no podía haber posibilidad de que el país caminara y se desarrollara, ya fuera para el camino que fuera, ni de que el nuevo Estado sobreviviera a amenazas internas o externas. Pero si el ejército de pronto presentaba alguna de sus "partes" ya muy "enferma" por su corrupción y ambición, entonces sólo había que eliminarla (aniquilar jefes), aunque nunca podía admitirse eliminar a la institución misma. El problema se reducía a extirpar, en el momento y con los medios necesarios, las partes enfermas, aunque en realidad el paciente estuviera condenado. Así, como lo afirma el autor, Obregón era el "presidente cirujano" que decidía y ejecutaba cuándo y cómo debía realizarse una extirpación necesaria sin asumir nunca la gravedad del mal que él mismo alimentaba.

No cabe duda de que el estudio aporta muchos elementos para el entendimiento histórico de la rebelión delahuertista y para su comprensión desde lo político y lo mental, en una dimensión cercana y vívida. Los enfoques son apropiados y de un manejo coherente, por lo cual Personajes y escenarios de la rebelión delahuertista constituye un estudio digno de revisarse y consultarse en todo momento, no sólo por su objeto sino también por su manejo.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, Martha Beatriz Loyo (editora), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 20, 2000, p. 155-157.

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